martes, 21 de agosto de 2012

Columna: Observación a la producción de bandas musicales chilenas

La representación de bandas musicales no es un tema que (al menos en Chile) cuente con una literatura explícita de la cual sostenerse para empezar a trabajar.  Y eso puede ser bueno o malo, dependiendo claro del escenario del que se pretende acceder a la información.
Para mi, estudiante de Producción con interés en el tema, resulta muy difícil empezar a inmiscuirme en este ámbito sin tener antecedentes previos. Claramente la expertis en producción (o gestión y/o representación) de bandas musicales es un terreno que se adquiere mediante el trabajo y el hacer constante pero (y aquí se plantea la pregunta de todo nuevo profesional que saldrá a un mercado ya existente pero que no cuenta con una academización previa) ¿como se empieza si no se tienen referencias teóricas precedentes?
Desde la otra vereda, los profesionales que se desempeñan en ésta área han conseguido perfeccionar las aptitudes necesarias mediante la derivación desde otro ámbito y no desde una base académica propiamente tal en primera instancia. Es por esto que cada vez que al pretender  representantes de bandas encontramos músicos, ingenieros en sonido e incluso profesionales de otros ámbitos como arquitectos o administradores, características que resultan atractivas al momento de presentar su currículum pero que no se condicen con las instrumentos que sí manejan los gestores culturales o los productores (de eventos).
Como muestra, un botón: Allen Klein, representante de The Rolling Stones y The Beatles empezó su carrera a fines de los años 50’ cuando trabajaba como contador de personas y compañías ligadas al mundo del espectáculo. El conocimiento de la industria musical a través de la administración lo llevó a manejar conceptos de negocio impresionantes… pero la falta de tino y criterio artístico y cultural lo llevaron a romper lazos con sus representados debiendo luchar incluso con cuestionamientos a su profesionalismo y demandas judiciales por derechos musicales.
¿Será acaso este ejemplo una buena manera de exponer la importancia de la profesionalización del campo?
Un referente nacional podría ser Jorge Ramírez, director ejecutivo de Multimusica, productora con una amplia trayectoria en eventos masivos y que tiene a su haber la realización de shows de la talla de Rapahel, Marc Anthony o Beyonce. Este tipo de productoras trabajan el campo del espectáculo y eventos masivos, no de la representación propiamente tal (ya que, como puede inferirse, el manejo de la marca del nombre del artista también puede entenderse como representación)
Y suma y sigue. Las representaciones de bandas en Chile son tan amplias que los manager (palabra que hasta al leerla molesta y aleja) son caricaturizados como “chantas” (modismo referente al chantaje y el aprovechamiento inescrupuloso). Además (y como malamente conocemos) las artes musicales en nuestro país aún cuentan con un montón de barreras que han impedido el florecimiento natural de la industria: el riesgo que implica para sus actores vivir de lo que les apasiona, la piratería, las pobres políticas en cuanto a derecho de autor se refieren, la nula apuesta de difusión en consorcios radiales, la falta de compromiso por parte del gobierno, resultan en un aumento de la inversión en cada proyecto y en la generación de desconfianzas entre representantes y representados lo que vicia las relaciones y subestima la labor.
Pero la representación de bandas (en el entendido de -sujetos musicales- como solistas, músicos, etc.) es un espacio difícil de tratar. Citando el mismo Allen Klein, “es injusto que los Rolling Stones sean quienes ganen el 80% de todo cuando soy yo quien hace todo el trabajo”. La producción de bandas (en el entendido que tratamos este documento) debe preocuparse de todo: marketing, búsqueda de clientes (espacios de presentación), auspicios, colaboraciones, participaciones, postulación a fondos, mercado, imagen, corporativización, fidelización, contratos, porcentajes… mientras que los músicos sólo se encargan de tocar.
La tarea entonces de un representante de bandas es entonces un pilar fundamental en el éxito de las mismas; si la mitad del éxito de un proyecto como este depende del talento del grupo, la otra mitad depende netamente de los instrumentos que se ocupen en su realización, de la gestión que se aplique y del orden y la seriedad con que se tome el tema.
Somos entonces (quienes nos encantamos con el tema y quienes buscamos una oportunidad de reconocimiento –y por que no decirlo- de negocio también) quienes tenemos que estamos naturalmente encargados a llevar a cabo este tipo de empresas. Como para todo proyecto, la constancia, el orden, la disciplina y el esfuerzo en conjunto con las nuevas ideas, frescas e innovadoras los ápices que permitirán a esta nueva generación el empoderamiento de esta industria, que requiere, a mi modo de parecer, una fuerte restructuración y cambio

No hay comentarios:

Publicar un comentario