jueves, 29 de marzo de 2012

Desde el ser (persona)

Claramente no podría hablar de una realidad global porque no conozco nada del mundo -salvo a lo que se puede acceder por intermedio de canales de comunicación cada vez menos creíbles y objetivos- pero en lo que consta a nuestro país seguimos siendo identificados por géneros, bandos, simpatías y colores. Aún importa (y recela a una buena parte de la población) si eres homosexual o hétero, de derecha o de izquierda, peruano ilegal o residente (o inmigrante sudamericano en general) o si vives más arriba o más abajo de Plaza Italia. Importa si estudias en universidad privada o estatal, si tienes 30 años y vives con tus viejos, si eres indigente, si eres feminista. En lo que respecta a las artes en general la cosa no cambia mucho; importa si tienes un libro bajo el brazo, algún contacto en un diario alternativo, una exposición rimbombante o una cartera de influencias. Importa si te conocen en la SECH, si has ganado algún FONDART, si conoces al amigo de algún administrativo de Matucana 100 o trabajas eternamente en el rescate histórico de las bandas musicales olvidadas. Sin más preámbulos me pregunto (hacia mis adentros, así como reflexionando cuestiones importantes que también me otorgan un status diferente) ¿dónde queda la esencia del ser persona? ¿Importa realmente tu consistencia, tu perceptibilidad, tu disposición? Tal vez sea una de las mayores causas de por qué el ímpetu juvenil que te lleva a tomarte los colegios y hacer protestas se disuelve cuando tu escenario cambia a una especie de madurez obligada, donde es más importante asegurar un piso rentable que declarar el apoyo irrenunciable a los actos que consideras injustos o fuera de lugar. Pareciera que la calidad de persona se ganara en votación pública, donde un sujeto A se encarga de agrupar al resto en montones de denominaciones y sub denominaciones que a la larga sólo sirven como datos estadísticos que insinúan ideales de personas inexistentes, modelos esquemáticos de proceder de los que ninguno es natural Yubi